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abía una vez, en un pequeño reino, una muchacha fea y malvada llamada Cenicienta. Vivía con su dulce madrastra y dos hermanastras bondadosas. Cenicienta tenía celos de la bondad y la belleza de sus hermanastras y ella las hacía trabajar noche y día. Los ratones y pájaros eran enemigos de Cenicienta, las hermanastras cocinaban, fregaban, lavaban y cocinan mientras Cenicienta no hacía nada de nada. Pero las hermanastras no protestaban nunca. Ellas creían que algún día, sus sueños de felicidad se harían realidad.
Un día llegó un mensaje texto del rey, a los celulares de todas las doncellas del reino en el que decía que se celebraba un baile real en el boliche.
Las hermanas estaban muy emocionadas por ir a la disco, pero Cenicienta les dijo que cuando terminaran las tareas podían ir.
Cenicienta las tenía atareadas todo el día. Pronto llegó la hora de ir al boliche, pero las chicas no tenían tiempo de arreglar su vestuario.
Muy tristes, decidieron no asistir al boliche.
Pero… los animales amigos de las hermanastras les habían preparado dos sorpresas espectaculares. Eran dos vestidos preciosos. Cuando Cenicienta vio lo hermosas que estaban sus hermanastras le dio un ataque de rabia y les destruyó la ropa.
Luego agarró las llaves del auto y se fue a la disco.
Anastasia y su hermana se pusieron a llorar en el jardín, entonces apareció el hada madrina y con unas palabras mágicas y su varita tomó una calabaza y la convirtió en un Peugeot 206 tuneado. ¡Qué pedazo de auto! exclamaron las chicas. Entonces el hada las miró y les dijo no podían ir tan “crotas”, agitó su varita y las vistió con lo mejor de 47 Street.
Lo único que era importante recordar que a las 4 de la madrugada se rompería el hechizo.
La disco se veía y sonaba joya, estaba llena, y las hermanastras eran las mejores vestidas y las más lindas de la fiesta. El príncipe al ver a las chicas quedó encantado con ellas. Él invitó a un primo y bailaron los cuatro toda la noche. Pero pronto se hicieron las 4 de la madrugada y las chicas salieron corriendo sin dar explicaciones. En el trayecto perdieron los celulares. A la mañana siguiente todos se preguntaban quiénes eran las misteriosas chicas; y las únicas pistas que tenían eran los celulares. Empezaron a entrevistar a todas las chicas del reino, las chicas tenían que saberse el número de memoria.
Cuando llegaron a preguntar a las hermanastras de Cenicienta, ésta las había encerrado en una habitación y por más que se esforzó por darle el número no le acertaba. Cuando el empleado del rey se marchaba escuchó unas voces que lo llamaban, eran las chicas quienes les dijeron el número correcto. El empleado le mandó un mensaje al príncipe diciéndole que había encontrado a las diosas del boliche.
El príncipe y su primo las fueron a buscar, les pidieron matrimonio y vivieron felices por siempre.
F I N
Por: NICOLAS OSSES VOLKEN
Gracias, Silvia y chicos, por pasar por mi blog. Tengo publicado bastantes textos originados en talleres literarios ya que he coordinado y coordino uno en la actualidad. Siempre hice los ejercicios como otra tallerista más. Actualmente estoy haciendo uno virtual. Espero que les sirva para hacer ejercicios similares y amar un poco más las letras.
ResponderEliminarEn cuanto a esta versión de Cenicienta, les diré que les quedó "espectacular" y muy moderna. En secreto, les cuento si yo hubiera estado en el lugar de las hermanastras iba "muerta" porque no me sé el número de mi celular... ¿Creen que me conviene aprenderlo de memoria?... mmmmm...
Felicitaciones y un abrazo a todos y a cada uno.
Silvia, me encantó y me llenó de orgullo tu comentario.
Marta