Ganadores del Concurso Literario 2010

Una nueva edición del Concurso Literario organizado por el Departamento de Lengua. 
¡Felicitaciones a los ganadores!


primer premio
poesía c.e.


Muerte

Me deslizo en la sombra imperecedera
esta me toma, me atrapa, me lleva.
Lentamente me dejo caer como fantasma
y no digo  nada porque algo me arrastra.

De la vida me quedaba todo
amigos, amores, sueños de algún modo
pero algo más hermoso susurra a mi oído
que sabe que un momento cambia todo lo vivido.

Me deslizo en la sombra imperecedera
y sé que suena irónico pero la luz me lleva
me extiende la mano un ser querido
y lentamente olvido lo vivido.

Me deslizo en la sombra imperecedera
mi alma indefinida un cuerpo espera.
Estoy despierto y estoy dormido
sin contacto humano me siento frío.

Me deslizo en la sombra imperecedera
la oscuridad me cubre totalmente.
Nada se asemeja a esta era
en la que duermo consciente.

María Sol Jué




segundo premio
poesía c.e.

Revelaciones

-I-

Cuando el cemento florece desde el jardín
cuando el invierno desciende sobre el jardín,
veo en la penumbra la pestaña que es la luna, inconclusa.
Se improvisa un conjuro con la tierra
y las almas al viento como primitivas voces
mueren, experimentando el silencio.
Aunque antes me susurran la raíz de mi sangre y donde cesará.
Este encanto grabó una impronta en mi cuerpo,
la página donde confluyen y resuenan todos los ecos de mi ser…

-II-

Por una calle marchita y solitaria
manchada con una constelación de luces amarillas.
La calle cercada por edificaciones morales
y una sombra humana navegando a tientas
un improvisado regreso.
Alrededor los cables son neuronas de la ciudad
¡el último hit de las relaciones humanas!
Yo, estancado como el gris pavimento,
después del último portazo de tu voz en mi cabeza
paso millones de noches como esa
elucubrando la suerte que disparaste
a través del vidrio de tus ojos hacia mí.

Nicolás Noya


PRIMER PREMIO
POESÍA C.B.

A su casa volvió

Nació en una estrella
muy cerquita del sol.
Tenía el corazón de huracanes
estuvo en el regazo de dios.

Se llenó el alma de pétalos
y las manitas blancas de amor.
Le borraron la memoria
la llevaron por un túnel de sensaciones.

Y así nació en este mundo
de guerras y privaciones.
Una noche cuando todos dormían
volvió a la casa de dios.

Y en su regazo
nuevamente se durmió.
Esa mañana cuando el sol nacía
su familia por ella lloró.

No entendían que ella era un ángel
que solo a su casa volvió.

Camila Lucero Ponce de León



SEGUNDO PREMIO
POESÍA C.B.

Vivir

Vivir es una aventura
al menos para mí
con amor y ternura
la magia está aquí.

Todo por primera vez
sintiendo que lo sabías
de algún sueño tal vez
que realizas en estos días.

No trates de entender
no ensayes cómo vivir
sólo tienes que aprender
a escuchar y sentir.

Es como una ronda
si yo no te olvido
gira y no termina
tú nunca te habrás ido.

En mi corazón llevo
lo que amo guardado
para comenzar de nuevo
mañana a tu lado.

Lisett Donoso Pérez



MENCIÓN ESPECIAL
POESÍA C.B.

Ausencia

Estás ausente,
sin ti estoy como en un desierto
sola, extrañándote.
Te ha atraído vanas promesas,
promesas que hablan de fiesta,
de alegres compañías
y de bellos atardeceres,
pero yo estoy aquí sola
y aguardándote.
Sé que volverás.
Mi amor es más fuerte,
más constante,
más verdadero.

Rebeca Lerin


primer premio
cuento c.b.

La flor amarilla

Nos encontramos en el año 1981, en un día caluroso en el que nada era especial. Deben saber que ellos eran novios hacía once años. tenían tan sólo seis años cuando se conocieron; fue una tarde igual a esta, calurosa, fue el día en el que Pablo le regaló una flor amarilla a Julieta en el mismo momento en el que le prometía que no la olvidaría.
Al pasar estos once años, su amor iba creciendo, cada vez más; para ellos el amor que sentía el uno por el otro era la fuerza más poderosa del mundo, la que hacía mover al sol y a las estrellas, aunque para algunas personas, muchas, la fuerza más potente era el poder. Este pensamiento equivocado nos lleva a la guerra a la muerte de muchas personas y a la tristeza de otras las cuales pierden a un ser querido. Y justamente esto es lo que pasaba. Las Malvinas Argentinas estaban invadidas y como estábamos en un golpe de estado, los militares quienes en ese momento nos gobernaban decidieron recuperarlas. Mandaron a los adolescentes de dieciocho años al servicio militar, pero no fueron bien preparados, y por supuesto que los recursos de armas no eran suficientes. Pablo fue uno de esos adolescentes que debía ir a luchar. Cuando Julieta se enteró de que su amado tendría que ir a una guerra sus ojos se llenaron de lágrimas y su corazón de penas. Pablo la consolaba y le decía que no se preocupe, que todo iba a salir bien y que nada iba a pasarle; pero ella era consciente de que las guerras eran peligrosas, que todo podía solucionarse de otra manera, no era necesario destrozar pueblos, personas, corazones, no podía entender por qué ese destino de tristeza  y angustia le había tocado, ¿sería una pesadilla de la que despertaría? ¿O sería la realidad más cruda que presenciaría? Julieta no podía dejar de hacerse preguntas y de llorar, trataba de tranquilizarse pero era imposible.
Y llegó el momento de la despedida, Pablo tenía que ir a la guerra y ya nada se podía hacer. Él antes de irse pronunció estas palabras:    juro que nos encontraremos algún día.
Sus labios se encontraron demostrando su amor, y en sus ojos se veía la tristeza, la angustia, el dolor, la pena, el miedo. Y partió. Partió al encuentro de lo más horroroso que hay en esta vida.
Pasaban los días y para la tranquilidad de Julieta, los diarios llegaban con la buena noticia de que íbamos ganando, pero no, era todo un estúpido engaño pues estábamos perdiendo; había muchos argentinos muriendo, luchando y nosotros felices por un engaño una mentira que nos daba el suspiro, la alegría, era hermoso pensar que nuestros héroes estaban vivos, que estaban bien.
En ese momento, en las Malvinas estaba Pablo, en la nieve, tratando de sobrevivir sólo para ver a su amada Julieta.
Y allí mismo un disparo, hizo temblar la tierra y el cielo, iba directo a un amigo de Pablo, entonces él gritó: -perdón Julieta, te fallé- y corrió atrapó el disparo y cayó. Entonces Julieta desde San Juan, sintió un golpe dentro de su corazón, y cayó una lágrima de sus preciosos ojos color miel, que lo dijo todo. Tomó el poco dinero que le quedaba, agarró su campera y corrió hasta la terminal. Ella sabía que a los heridos los cruzaban al continente, y que a los que morían se los enterraba allí. Pero presentía, sabía que él estaba vivo, por eso tomó el primer colectivo que salía a Tierra del Fuego y partió, a buscarlo.
Al día siguiente, cuando llegó a destino, a Ushuaia, recorrió los hospitales, pero nada. Dentro de su corazón persistía la esperanza de que Pablo estuviera vivo, de que estaba en algún lugar.
Se pasó días y horas buscándolo, en hospitales y en clínicas, pero Pablo no aparecía.
Julieta comenzó a desesperarse y su corazón parecía salirse de su pecho. Las noches las pasaba en una hostería barata.
Un día, sin rendirse aún, se hizo amiga de una veterinaria cubana, que hacía cinco años se había mudado a Argentina, a partir de ese día pasó las noches en la hermosa casa de su amiga Inés.
Julieta desde hace varios meses trabaja ayudando a su amiga en la veterinaria “campo verde”.
Una tarde calurosa, en la que nada es especial, Julieta acompaña a Inés al cementerio, ya que su amiga quería llevarle flores a su abuelita fallecida, nuestra protagonista encuentra en el escrito de una tumba:
Pablo Visk
Combatiente de Malvinas
(1965-1982)

Lágrimas interminables cayeron nuevamente de sus ojitos, demostrando la tristeza que sentía, pero su amado tenía razón, algún día se volverían a encontrar.
Pasaron los años y hoy a los 52 años Julieta continuó su vida pero en su libro favorito “Romeo y Julieta” sigue guardando aquella flor amarilla que un día del año 1981, Pablo le regaló para demostrarle su amor.

Manuela Moore


SEGUNDO PREMIO
CUENTO C.B.

He vivido cometiendo errores

Al anochecer, recorremos el campo. Una bandada de golondrinas cruza el cielo. Un enjambre de abejas trabaja en torno a su panal. Todo es maravilloso en el lugar… de repente todo se hace gris, un agujero negro. Me di cuenta de que estaba en mi cruel realidad.
Soñé mi mundo perfecto con amigos, tranquilo y libre. La verdad es que estoy preso de mis errores, en la penitenciaría de mi ciudad. Pero una chispa de felicidad iluminó mis ojos, ya que mañana se cumplía mi condena de 10 años. Pasé la noche pensando qué iba a hacer al día siguiente, hasta dormirme.
Cuando por fin llegó mi momento tan deseado, salí por dos grandes rejas, la luz me pareció demasiado fuerte y me invadió una extraña sensación de libertad.
Tardé unos minutos en recordar dónde quedaba mi casa, la ciudad no estaba muy distinta, sólo habían puesto un local de ropa diaria, es de esperar en una pequeña ciudad. Seguía igual de tranquila, la misma tranquilidad que yo mismo había roto…
Cuando llegué a mi hogar todo estaba sombrío y sucio, pasé entre telas de araña y polvo e introduje la llave en la cerradura. La verdad no me importaba el estado de la casa, me dirigí a mi habitación, tomé mi añejada ropa y me cambié. Tomé la decisión de pasar todo el día en la calle para disfrutar la libertad.
Me fijé cuánto dinero tenía ahorrado, sólo unos $30. Almorcé en un negocio de comida rápida y me la pasé deambulando de aquí para allá, observando detenidamente cada detalle. Cuando miré al inmenso cielo sobre mi cabeza ya había oscurecido. Decidí volver pero cuando crucé la calle sucedió lo peor.
No fue mi intención, yo no quise hacerlo, no sé en qué estaba pensando… Mi sangre corría como ríos rojos, ríos rojos e insaciables. De repente toda mi vida no tuvo sentido, poco a poco iba sintiéndome cada vez más débil, tirado en la calle solo, olvidado, pensando si ese era mi final.
¿Por qué yo? Sólo era un hombre que se había equivocado. No lo sé, será una venganza del destino… nadie lo sabe.
María Inés Dri Plotnick  

Mención especial
Cuento c.b.

Un amor mágico

Era una tarde de verano. El sol se escondía tras las montañas y la luna empezaba a asomarse lentamente. Los pájaros volaban en bandada hacia el sur y las nubes rojizas anunciaban el anochecer.
Lucía desde su ventana observaba ese paisaje ensoñador…
De repente apareció en la terraza de un gran y hermoso castillo, con puertas de madera, picaportes bañados en oro, grandes ventanales plateados con cortinas largas y blancas bordadas con un hilo de seda plateado, que las hacía maravillosamente hermosas.
Se veía con un vestido blanco, brillante, con un corsé que embellecía su figura, tenía un bordado rosa y continuaba con unos volados que caían en forma de cascada hasta sus pies, unos zapatitos de cristal puro, tan bellos como el agua, una corona de plata y un rodete que recogía todo su cabello.
Lucía, sin pensarlo, bajó unas escaleras que se situaban justo frente a ella, estas tenían una alfombra roja y una barra dorada, que conducían hacia un sueño inimaginable. Al terminar de bajar, llegó a un gran salón todo iluminado en donde a esperaba un príncipe de traje azul, ojos celestes y cabellos rubios. El príncipe la llevó hasta una larga mesa llena de exquisitos manjares y la sentó en una silla de madera de roble tapizada con terciopelo. Al terminar de cenar, bailaron en el centro del salón hasta que dieron las doce, luego salieron al jardín y recorrieron un largo camino de rosas y se sentaron frente a un lago a mirar las estrellas que brillaban tanto como el amor en sus ojos, la luna reflejaba en el lago a los cisnes con sus largos cuellos que formaban un hermoso corazón.
Y ahí estaban los dos… sentados en el verde pasto, cuando el príncipe le declaró su amor y le dio su primer beso…
Lucía se quedó callada, casi anonadada, pero el príncipe le propuso casamiento y en el silencio de la noche, Lucía aceptó.
Al volver al castillo, entró en su habitación y observó que la cama tenía un tul rosa que la cubría y llegaba hasta el piso y en una esquina había un armario lleno de hermosos vestidos, zapatos y todo lo que alguna vez soñó; toda la habitación estaba llena de espejos, había un tocador lleno de toda clase de pinturas y un poco más allá se encontraba el baño, dentro de él había una bañera llena de agua caliente, sales y espuma. No terminaba y decidió irse a acostar.
Estaba a punto de comenzar su sueño cuando el príncipe la interrumpió y le dijo que la amaba y le pidió una cosa…
“Que siempre sueñe con él y que nunca lo olvide”… ella respondió  que sí y que sería difícil dejar de pensar en él y que no soñaría jamás con otra cosa. El príncipe le dio un beso en la mejilla y Lucía cerró los ojos… pero al quererlos volver a abrir para decirle que ella también lo amaba, aunque suponía que él ya lo sabía, se encontró con que estaba en su casa mirando por la ventana ese paisaje ensoñador… y sonrió… sabiendo que a través de sus sueños su príncipe volvería noche a noche a amarla para siempre.

Marianella Campos




cuento premiado
c.e.

Entrevero de cosmos

  Los cosmos se aparean, sin pensar en el perpetuo correr del mundo y el destino que este les deparará. En armonía, arrojados sobre el frescor de la hierba, corriendo la suerte de quien ama, se hallan a salvo e intactos de la brutalidad que acecha detrás del caer de las hojas en un otoño más que feroz. Ciegos, sin percibir mal alguno, se desatan bajo el encierro de su pasión.
  Dos mundos entreverados en una mirada, abrazan la libertad al tiempo que se desploman ante un paisaje en que el éter refracta la luz que desprenden las formas que nos refugian hoy.


Nicolás Noya


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2 comentarios:

  1. oO ..me gusta me gusta!
    son realmente buenos
    u.u
    ...

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  2. Dijo la profe:
    Estimado Anónimo o Anónima, estaría buenísimo que la próxima vez dejes tu nombre!!
    Sinceramente este concurso sorprendió a las profes del departamento de Lengua por la cantidad y calidad de producciones. Vamos por la edición 2011!!!
    Muchas gracias por pasar y dejar tu huella.

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GRACIAS POR PASAR Y DEJAR TU HUELLA!!

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